Las redes sociales se han convertido en plataformas donde los usuarios pueden exhibir su vida y lograr reconocimiento. Sin embargo, este deseo de validación puede llevar al extremo de la vanidad y el narcisismo

Uno de los mayores atractivos de las redes sociales es que permiten a las personas crear un espacio personal donde pueden mostrarse y ganar popularidad ante una comunidad que comparte gustos e intereses similares. Estas plataformas funcionan como una vitrina donde se exhiben logros, se promocionan cualidades, y se autoverifica el valor ante los demás.

El uso de estas herramientas digitales fomenta la necesidad de validación constante, llevando a los individuos a sentir que sus logros y opiniones deben ser aprobados por los demás para tener valor. Esta presión puede desencadenar un ciclo en el que la persona busca ser el centro de atención, no solo para generar contenido que atraiga “me gusta”, sino para reafirmar su relevancia en un espacio virtual que se distorsiona con el tiempo.

Conforme se intensifica la necesidad de aprobación, surge un riesgo claro: el individuo empieza a construir un yo ideal basado en la imagen que proyecta en las redes, una imagen que no siempre se corresponde con su realidad. Esta desconexión entre el yo virtual y el yo real puede tener repercusiones psicológicas significativas, especialmente si la persona no obtiene los resultados esperados.

En este sentido, la profesora María Elisa Castillo, psicóloga, especialista en Psicología Clínica Comunitaria y coordinadora del Área de Psicología Clínica de la Unidad de Psicología P. Luis Azagra, SJ (UPLA) de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), advierte que la sobreexposición y la constante búsqueda de validación pueden generar problemas de autoestima y, en algunos casos, hasta trastornos más complejos como el narcisismo.

La vanidad como mecanismo de validación

Para muchos usuarios, las redes sociales son una fuente constante de validación. Cada “like” recibido, cada comentario positivo genera una sensación de bienestar momentánea, ya que nuestro cerebro asocia estos estímulos con recompensas, como un refuerzo positivo que activa nuestro sistema de dopamina.

Sin embargo, esta gratificación es efímera, y la necesidad de obtener más validación lleva a una dependencia del entorno virtual. Según Castillo, «se ha comprobado que este tipo de validación afecta el sistema de recompensa del cerebro, lo que genera una sensación de bienestar que pronto se desvanece, obligando a la persona a buscar constantemente esa misma validación».

Lo peligroso de este ciclo es que las personas terminan centrando su autoestima en la opinión de los demás, lo cual no es saludable. «En las relaciones humanas no somos solo una cara bonita ni nuestra mejor carta», explica Castillo. La red social no refleja la totalidad del individuo, sino una faceta que puede distorsionar nuestra percepción de quiénes somos realmente.

Por lo tanto, cuando un usuario no recibe la cantidad de «likes» o el reconocimiento que anticipaba, el impacto psicológico puede ser profundo. Esto es aún más grave en adolescentes, que están en una etapa crítica de desarrollo de su identidad.

Tal como lo asegura Castillo, «la falta de validación puede llevar a un aumento de los niveles de ansiedad y depresión, ya que el joven empieza a cuestionar su propia valía dependiendo de la cantidad de interacciones que recibe en las redes».

El desajuste entre lo que la persona espera recibir y lo que realmente obtiene puede desencadenar sentimientos de invisibilidad o insuficiencia, afectando gravemente la autoestima.

A nivel más profundo, el constante enfoque en los comentarios y reacciones de otros puede crear una dependencia emocional, donde el bienestar de la persona depende en gran medida de cómo es percibida por los demás. Esta dependencia puede ser peligrosa si no se encuentra un equilibrio entre la vida digital y la interacción en el mundo real.

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Redes Sociales e identidades falsas

Uno de los aspectos más peligrosos de las redes sociales es la creación de un «yo ideal» que no necesariamente corresponde con la persona real. Castillo menciona que «todos tenemos un ideal de nosotros mismos, pero las redes sociales hacen que ese ideal sea cada vez más inalcanzable. Las personas publican lo que quieren mostrar, pero no necesariamente lo que viven». Esta distorsión de la realidad genera un malestar cuando la persona se enfrenta a la verdadera vida fuera de las plataformas.

Este fenómeno, conocido como «narcisismo digital», es una tendencia creciente en la que los usuarios crean una versión de sí mismos que cumple con los estándares de éxito, belleza y felicidad impuestos por la sociedad. Sin embargo, esta construcción se basa en una imagen falsa que puede generar insatisfacción cuando se enfrenta a la realidad.

«El problema llega cuando la persona se pierde en su propia imagen, al igual que Narciso, y pierde la capacidad de ver su verdadero yo», concluye Castillo.

Las redes sociales, si bien pueden ser una excelente herramienta para conectar con otros, también pueden ser una vía peligrosa hacia la distorsión de la identidad. La búsqueda de validación y el deseo de mantener una imagen perfecta pueden tener efectos negativos en la salud mental y emocional, especialmente en los más jóvenes. La clave está en el uso consciente de estas plataformas y en el fomento de la autenticidad frente a la presión de un mundo virtual que no siempre refleja la realidad.

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♦Texto: José Ali Linares Torrealba / Foto de Apertura: Freepik