Cada año, más de un tercio de los alimentos producidos en el mundo se pierde. Este fenómeno de pérdida y desperdicio de alimentos agrava el hambre y el impacto ambiental.

Según datos de las Naciones Unidas, una de cada 11 personas en el mundo enfrenta el hambre. Sin embargo, cada día se pierden o desperdician toneladas de alimentos que podrían alimentar a millones. Se estima que el 13% de los productos se pierde entre la cosecha y la venta minorista, mientras que los hogares, restaurantes y comercios desechan alrededor del 19% de la producción total.

En el marco del Día Internacional de Concienciación sobre la Pérdida y el Desperdicio de Alimentos, la profesora María Soledad Tapia, docente-investigadora del Instituto de Ciencia y Tecnología de Alimentos de la UCV e individuo de número de la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales (ACFIMAN), explicó en Univérsate que este fenómeno requiere tanto políticas públicas como cambios de hábito en los consumidores.

Un problema que empieza en la producción y termina en casa

Tapia aclaró que “la gente tiende a confundir los términos pérdida y desperdicio, pero la diferencia radica en el punto de la cadena alimentaria donde ocurren”. Precisó que la pérdida de alimentos sucede “por prácticas inadecuadas desde el campo hasta el nivel del comercio minorista”, mientras que el desperdicio se produce “por decisiones de los consumidores y los servicios alimentarios”.

De acuerdo con la especialista, cerca del 13,3% de los alimentos producidos se pierde antes de llegar al consumidor por fallas en transporte, almacenamiento o infraestructura.

Para la investigadora, la responsabilidad individual es clave: “En los hogares ocurre el mayor despilfarro. Es allí donde debemos actuar, crear conciencia y modificar nuestras rutinas”, agregó.

Recordó que los consumidores suelen justificar el descarte de alimentos con argumentos económicos o éticos, pero “el problema es mucho más profundo, porque tiene consecuencias ambientales y sociales de gran magnitud”.

Impactos invisibles del desperdicio de alimentos

El desperdicio alimentario genera entre 8% y 10% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, además de contribuir a la pérdida de biodiversidad y la contaminación del agua y del suelo.

Ante esto, Tapia advirtió que “si producimos comida para botarla, el crimen es doble, porque además de no alimentar a quien lo necesita, dañamos el planeta”.

La especialista también desmintió la idea de que un alimento con apariencia envejecida sea necesariamente peligroso. “Una fruta arrugada o marchita puede consumirse si no tiene moho visible. Puede prepararse de otra forma, sin miedo”, afirmó.

Según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, los hogares desperdician más de mil millones de raciones de comida al día, lo que equivale a 1,3 comidas diarias para cada una de las personas que padecen hambre en el mundo.

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Cómo reducir la pérdida y desperdicio de alimentos

Tapia explicó que existe una diferencia entre las etiquetas “fecha de vencimiento” y “consumir preferiblemente antes de”, e insistió en la importancia de informar y educar al consumidor.

“Hay que leer bien las etiquetas y usar el sentido común. No todos los productos que alcanzan su fecha límite están dañados. Debemos planificar mejor nuestras compras y aprovechar los alimentos antes de que se deterioren”, puntualizó.

Como recomendación final, propuso dos acciones simples: “Hacer una lista de compras realista y planificar cómo reutilizar los restos de comida para otros platos del menú”.

Concluyó con que la pérdida y el desperdicio de alimentos no solo afectan la economía, sino también el equilibrio ambiental y la seguridad alimentaria. Crear conciencia es el primer paso para reducir un problema que nos involucra a todos.

♦Texto: José Ali Linares Torrealba / Foto de Apertura: Freepik