La IA y espiritualidad se cruzan en un debate urgente: ¿puede la tecnología reemplazar la profundidad interior del ser humano? Aunque la inteligencia artificial abre posibilidades inéditas, también plantea preguntas sobre el sentido y la trascendencia.
En este contexto, la espiritualidad emerge como recordatorio de que la vida no se reduce a algoritmos ni cálculos.
El tema fue analizado en Univérsate por el P. Arturo Rojas, teólogo y coordinador de extensión de la Facultad de Teología de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), quien destacó que la apertura a lo espiritual fortalece la empatía y la relación con los demás, aspectos imposibles de replicar por una máquina.
La dimensión espiritual no puede ser reemplazada por la tecnología
El padre Rojas subrayó que, aunque los sistemas de inteligencia artificial superan al ser humano en velocidad y procesamiento, carecen de aquello que define la experiencia humana: la apertura trascendente.
“La máquina puede ser más rápida, pero la apertura del ser humano hacia lo trascendente es insuperable”, afirmó.
Explicó que la inteligencia emocional —popularizada por Daniel Goleman— recuerda que la verdadera inteligencia incluye emociones y espiritualidad. “No podemos reducir al ser humano a algoritmos”, señaló.
La tecnología no puede llenar el vacío interior
Según el teólogo, la era digital transformó la forma en que las personas se comunican, leen y se relacionan con el entorno. Sin embargo, advirtió que el uso intensivo de pantallas genera, en muchos casos, soledad y desconexión.
“Estamos más comunicados digitalmente, pero eso no significa que nos comuniquemos más entre nosotros”, reflexionó.
Para el padre Rojas, el desafío está en no perder el contacto humano ni la capacidad de encuentro con el otro, valores esenciales que la tecnología no puede sustituir.
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IA y espiritualidad: un equilibrio posible
El sacerdote reconoció que la IA y la espiritualidad pueden coexistir si la tecnología se usa con propósito. “La tecnología facilita el acceso a materiales, lecturas y experiencias que enriquecen el espíritu”, explicó. No obstante, insistió en que el equilibrio depende de mantener viva la dimensión interior.
“Si reducimos nuestra vida solo a lo tecnológico, nuestra apertura espiritual sufrirá de anorexia”, advirtió.
Desde la teología, Rojas recordó que solo el ser humano puede tener una experiencia de Dios. “La inteligencia artificial puede ayudar como herramienta, pero no puede brindarnos una experiencia de fe”, puntualizó.
Añadió que la espiritualidad se alimenta de la relación personal con Dios y con los demás, algo que ningún algoritmo puede replicar. “La máquina no ama ni siente compasión. Solo el ser humano puede abrirse al amor y al sentido trascendente de la vida”, afirmó.
Para el padre Rojas, la IA y espiritualidad deben complementarse para que la tecnología sirva al bien común. La verdadera sabiduría —dijo— consiste en recordar que la tecnología está al servicio del ser humano, no al revés.
“Solo en la medida en que nos abramos a Dios y al otro podremos vivir con equilibrio en un mundo dominado por lo digital”, concluyó.
♦Texto: José Ali Linares Torrealba / Foto de Apertura: Freepik